La respuesta a dónde vivían los humanos en la era prehistórica nos la da una de las características que cabe destacar de aquel entonces: El nomadismo.
Este hecho da por sentado que no tenían un lugar fijo donde habitar, debido que se enfrentaban a riesgos climáticos (lugares muy fríos que solo los animales con capacidad de resistencia soportaban) y escasez de alimentos (lugares que no contaban con suficiente agua, frutas, vegetales, verduras y animales para comer).
Las cuevas de la prehistoria
Las cuevas y cavernas, se convirtieron en las primeras viviendas del ser humano de esa época. Por ello, cuando llegaban a un lugar apto para vivir allí un tiempo trataban de cazar, pescar y recolectar provisiones, las cuales eran almacenadas en las viviendas de la época.
Estas cuevas no eran más que agujeros enormes bajo las piedras, que los hacían sentir seguros del frío y animales salvajes.
En ellas se valían del fuego para mantener un ambiente cálido, cocinar alimentos y espantar animales peligrosos o molestos (plagas). Estando dentro de las cuevas podían sentirse libres de comer, descansar, compartir en familia y hasta decorar, tal como indican los restos de pinturas y talladuras en las piedras que se pueden encontrar en muchas de las cuevas alrededor del mundo.
Con el paso del tiempo, su estilo nómada cambió, porque fueron adquiriendo otras habilidades para obtener comida “más fácilmente”, son: la Agricultura y la ganadería.
La primera les permitía sembrar y cosechar verduras, frutas, para no depender solo de los alimentos que encontraran. Y la segunda les dio la brillante idea de criar animales para su consumo, de esta forma ya no sería necesario salir a cazar.
Esto hizo posible que, empezaran a vivir en lugares abiertos y construyeran chozas. Así se fueron formando caseríos y poblando regiones.