Un estornudo es un acto reflejo que se trata básicamente de una inspiración prolongada continua a una expiración violenta y ruidosa, pero aún quedan dudas de por qué estornudamos.
Parece que estornudar es un acto muy simple, pero en verdad es un complicado proceso en el que entran e influyen muchas partes del cuerpo.
Es imposible estornudar a voluntad, es decir, porque uno quiere estornudar sin sentir la necesidad involuntaria, pues no se puede crear el proceso de forma voluntaria. Por otro lado, sí que se puede reprimir de forma parcial, no sin cierto esfuerzo, aunque no es muy aconsejable hacerlo.
Pero, antes de seguir… ¿por qué estornudamos?
La nariz es el purificador de aire del organismo. Al acceder por la nariz el aire se calienta, se humidifica y se filtra, para llegar a los pulmones lo más cálido, húmedo y limpio posible. Es lógico que, en ciertas ocasiones, el filtraje no es suficiente y se libera el mecanismo del estornudo. Esto sucede cuando:
- El aire se encuentra sucio en exceso, por ejemplo por una nube de polvo levantado por un vehículo o el viento.
- Por el exceso de bacterias y virus en la mucosidad nasal, por ejemplo durante un fuerte resfrió.
- También puede haber una reacción alérgica, como por ejemplo al inhalar polen en épocas de primavera o durante el verano.
En estas circunstancias las células nerviosas de los tejidos nasales se excitan y comienzan a mandar los impulsos al tallo encefálico, cuya sección del cerebro que se encarga de controlar los actos involuntarios y éste reenvía las señales a los músculos pectorales, a los abdominales y al diafragma, que contraen los pulmones en un solo espasmo.
Los músculos de la faringe a su vez se contraen tratando de evitar que el aire expulsado penetre en la boca y proporcionando la facilidad para que salga por la nariz.