La felicidad puede depender de muchos factores externos, de cómo veamos la vida y cómo reaccionemos a las circunstancias externas.
Pero aunque deleguemos la posibilidad de ser felices a lo todo lo que nos circunde, debemos aprender desde nuestro interior a controlar las emociones, y por tanto a ser felices.
- Cuando no somos felices se puede deber a que a veces queremos llevar un control de todo, en la vida todo no será como queramos, hay factores que escapan a nuestras manos, hay situaciones con las que no podremos hacer nada, y es mejor que aprendamos a “coger y dejar”.
- No cargues con la responsabilidad de los demás. Tienes que aprender a delegar, claro en muchas ocasiones te corresponderá ver cómo los demás hacen sus compromisos, y tendrás que advertir o corregir, pero en esto debes llevar un balance; en no todo puedes estar pendiente de lo que el otro hace, porque entonces quedarás sumergido/a en un mar de estrés. El punto es que no puedes ocuparte de todo.
- No siempre tu punto de vista será aceptado. No siempre cualquier cosa que digas va a funcionar en ser acatado por parte de los demás. Cuando eso sucede simplemente comprende que en la vida todo no es lo que digamos, hay que aprender a lidiar con diferentes tipos de caracteres y opiniones.
- A veces nos puede preocupar mucho no ser aceptado, tener ese sentimiento puede ser razón para mucha ansiedad. No está mal buscar la aprobación de los demás, lo que sí es peligroso es que circunscribamos a ello todos nuestros esfuerzos y motivos para ser felices. Nuestra felicidad no puede depender exclusivamente de si nos ven “bonitos o feos”.
- No pases la vida quejándote. Asume todas tus responsabilidades y también debes ser exigente, pero no te vivas quejando de todo.