Chile es un país que se encuentra localizado en el límite entre dos de las placas tectónicas más activas a nivel mundial; estas placas son la placa de Nazca y la placa Sudamericana.
Los sismos que sufre Chile son producidos por la energía liberada por estas placas, ya que cuando chocan o se deslizan, se producen sismos y terremotos; dependiendo la intensidad de estos de la forma del contacto entre la placa de Nazca y la Sudamericana.
Prácticamente, cada año se registra importante actividad sísmica en Chile. En la zona del territorio chileno, la placa de Nazca se mantiene en continuo movimiento deslizándose por debajo de la placa Sudamericana; este movimiento es conocido como subducción.
Además, la placa de Nazca se localiza en un extenso territorio en las profundidades del Océano Pacífico, colisionando en un área que va desde Panamá hasta el extremo sur de Chile.
Algunos de los sismos y terremotos más fuertes de la historia reciente han tenido lugar en Chile; de ahí su caracterización típica como un “país sísmico”. Por ejemplo, en el año de 1960, en Valdivia, Chile, se presentó un terremoto que fue registrado en 9,5 grados en la escala de Richter (medición en que 10 es el valor máximo).
Se estima que la energía liberada por los movimientos sísmicos de este terremoto alcanzó cerca del 40% de total de la energía creada por el resto de los terremotos que se han presentado en el planeta desde comienzos del siglo XX (e incluso antes).
Otros países en condiciones parecidas
Además, vinculado estrechamente con la actividad sísmica, Chile conforma, junto con Bolivia, Nueva Zelanda, Perú, Ecuador, Colmobia, Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador, México, entre otros países, el denominado “Cinturón de Fuego del Pacífico”, un extenso espacio geográfico en el que se localizan importantes montañas y volcanes; y donde se ha presentado, históricamente, fuerte actividad sísmica y volcánica.