Violencia, drogas, desnudez, zombies, vampiros: estas y otras son escenas comunes en la programación de la televisión, en los cines y en los juegos de video. Si, para los adultos, se trata de sólo entretenimiento, para niños y adolescentes, en el proceso de desarrollo intelectual y social, estos contenidos pueden tener otro sentido y convertirse en un problema, especialmente cuando faltan los límites y la orientación por parte de la familia.
Recientemente, una encuesta realizada en los Estados Unidos, señala posibles relaciones entre la incidencia de la agresividad en el inicio de la etapa adulta y la exposición a programas violentos durante la infancia.
Siendo este uno de los principales resultados de la influencia de los medios de comunicación en adolescentes.
Los psicólogos señalan que estos contenidos no son solos los responsables de las conductas inadecuadas de los adolescentes y de la formación de su personalidad, sino que pueden influir en sus actitudes.
Los expertos refuerzan, además, que corresponde a la familia el establecer límites, dialogar y enseñar tanto a niños como a adolescentes, la diferencia entre la ficción y la realidad.
Aunado a la agresividad, debido a la influencia de los medios de comunicación en adolescentes pueden aparecer otros problemas, como comportamientos exhibidos, trastornos del sueño, sexualización precoz, sedentarismo, mal rendimiento escolar y disminución de la interacción social
El gran problema de los medios de comunicación, en este contexto, es el hecho de que el niño o el adolescente aún es inexperto para absorber de manera crítica lo que percibe. No sabe valorar el contenido y los efectos de los mensajes, muchas veces reforzados por sus compañeros.
Por eso, los padres deben mediar en estas actividades y hablar con sus hijos sobre los estímulos emitidos.
Debemos de tener en cuenta que la imitación es una capacidad innata del niño y que continúa en la adolescencia. Hasta los 3 años, imitan a los padres, los hermanos y los profesores. Mientras que los adolescentes que pasan mucho tiempo consumiendo el producto de los medios de comunicación; muchas veces, sin el establecimiento de límites u orientación por parte de los padres.